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La ahogada de la Presa

Esta historia comienza con la llegada de Luis al bachillerato, pocas semanas antes del día de muertos, para lo cual organizaron una lunada en la presa Rodriguez, frente al pikachu.

— Oye luis.

— Que onda.

— Sabías tú de quién es esa cruz a la orilla de la presa.

— ¡Pues de un muerto! ¡No te creas, ni idea!

— Dicen que es de una mujer que se aparece en esta presa.

— Como va a haber aparecido y tu como lo sabes.

— Claro, claro que lo sé porque todo mundo sabe y lo cuenta aquí en este pueblo luis. Te voy a contar la historia.

— Son inventos tuyos.

— Dicen que una noche como esta así un grupo de chavos como nosotros estaba cotorreando, tomandose unos tequilas y ya al punto del alcohol se fueron a dormir todos, y esta chava le dio un poquito de aire, y se fue a caminar a la orilla de la presa, que se cae y empezó a gritar y nadie la escuchaba y de repente uno de ellos la empezó a escuchar entre sueños y que se va corriendo él y todos los amigos a la presa espantados de los gritos y la ven dentro del agua, nadie pudo rescatarla. Pero cuentan que si te acercas a esa cruz Luis, vas a escuchar los gritos de esa muchacha. ¡Anda Luis acércate, al cabo eres muy valiente!

— ¿Yo para que quiero escuchar esos lamentos?

— ¿Acaso tienes miedo?

— ¿Quién dijo miedo? ¡Claro que no! Es más, para que veas que no tengo nada, absolutamente nada de miedo voy para allá.

Luis no conforme con solo retirarse unos metros de sus amigos, decidió bajar hasta la orilla de la presa hasta que de repente escuchó ruidos extraños que provenían de la presa.

— ¿Ahora qué, quieren asustarme otra vez lanzando piedras al agua?

Luis se acercó aún más a la orilla de la presa, sacó de su bolsillo un encendedor y un cigarrillo mientras seguía escuchando ruidos que provenían del agua de la presa. Fue cuando la luz que desprendia la llama del encendedor, que Luis se dio cuenta que se encontraba sentado a un lado de la cruz que le había impresionado horas antes.

— La cruz, parece que tiene algo grabado, Beatriz Hernández Lira, 18 de Enero de 1960 - 10 de Octubre de 1975, ¡No manches! ¡Hoy cumple 4 años de muerta la tal Beatriz!

¡Luis! ¡Luis! ¡Acompáñame!

Preso del terror, Luis no pudo contenerse al ver que se acercaba a él una silueta femenina, su ropa blanca pero no tanto como su pálida piel, casi transparente y cristalina, su cuerpo húmedo y sus ojos opacos, negros, en estado de descomposición.

— ¡Auxilio! ¡Ayúdenme por favor! ¡Auxilio!

¡Luis!

Luis comenzó a correr como nunca lo había hecho en su vida, pero en su carrera resbaló en una pendiente golpeandose fuertemente en la cara.

— ¡Nooo! ¡Auxilio!

Luis no pudo correr más, y a pesar de su intento de sostenerse, resbaló cayendo en la presa. Luis intentaba salir del agua, pero en su desesperación solo lograba hundirse más. Alguien debajo del agua se acercaba poco a poco a él. Era la misma mujer que segundos antes lo había transtornado.

¡Luis, ven, acompáñame! ¡No quiero estar sola!

Ella se le acercó, lo tomó de los pies y lo jaló hacia el fondo de la presa. Por la mañana, y después de horas de trabajo una brigada de rescatistas sacó del agua el cuerpo de Luis, y en su mano sostenía un trozo de tela blanca, tela del vestido de Beatriz.