Una persona que vive en un lugar llamado puentecito de la Virgen y que debido a su trabajo viaja constantemente a la ciudad de Zacatecas confirmó la veracidad de uno de los relatos que aquí presentamos. Hace tres años su auto se descompuso exactamente en aquel mismo lugar. Luego de tratar infructuosamente de encenderlo bajo de su vehículo con la intención de empujarlo, escuchó el silbato de un tren y al acercase a la parte trasera de su vehículo vio como una a una fueron marcándose en el polvo acumulado en la carrocería las huellas de manos pequeñas y su auto comenzó a avanzar hasta pasar las vías del tren. Este es el relato que nosotros le presentamos...
Ciudad de Zacatecas, todos los niños que viajaban en aquel transporte escolar después de salir de clases murieron horriblemente. El chofer pagó su error sufriendo una espantosa agonía, años después, el 13 de diciembre de 1997 Roberto venia hacia Aguascalientes a pasar...
... pasar la navidad con la familia, mi auto estaba fallando en ese tiempo, en cada alto que hacia el motor se apagaba.
Al llegar al mismo lugar, a la misma hora en que sucedió aquel espantoso accidente, el auto de Roberto volvió a fallar.
Hice alto al llegar al cruce con las vías para ver si no se acercaba el tren. El motor, como le digo estaba fallando, se apagó. Decidí revisar el motor, baje de mi auto, escuche como que sonaba el silbato de un tren acercándose pero no se veía por ni un lado. De pronto escuche el llanto de muchos niños, pero muchos. Era raro. Nuevamente voltee hacia todos lados pero no se veía nadie cerca.
Nuevamente sonó el silbato del tren, ahora se escuchaba más cerca, pero Roberto no veía nada. Súbitamente su auto comenzó a avanzar hacia las vías. El llanto de los niños se hacia mas estremecedor.
Eso hizo que me sintiera desconcertado, mi auto estaba caminando solo, aquel ruido del tren se seguía escuchando, el silbato, el llanto de los niños. Haz de cuenta como si estuviera pegado a mis oídos.
Cuando Roberto y su auto cruzaron las vías se escucho un violento choque. Después, silencio.
Asustado me subí a mi auto, entonces sí encendió el motor, yo sentía que el corazón me saltaba en el pecho. Me alejé, no se como de pronto ya me encontraba en una gasolinera. Me pare, pedí que llenaran el tanque, trate de tranquilizarme, pero el encargado notó mi nerviosismo. Le conté lo sucedido, el señor se puso serio y caminó hacia la parte trasera de mi auto, hecho un vistazo y con una seña me llamo para que me acercara y viera, yo no sabia ni de que se trataba. Entonces me di cuenta de que en la parte trasera de mi auto estaban marcadas con muchas huellas, huellas pequeñas como si lo hubieran empujado muchos niños.
Radio universal, viviendo el día de muertos.