Lalo: ¡Mamá, mamá! Otra vez el muerto me asusto.
Mamá Caray hijo, ves porque no me gusta que veas la tele tan tarde. Mira, no te preocupes, debe ser algún vecino que llega tarde de trabajar y pues hace esos ruidos.
Papá Ya niño vete a dormir, que no ves que mañana tengo que ir a trabajar.
Lalo: Pero papá, mira, el muerto me pego con sus cadenas.
Papá Nada que, ese golpe te lo has de haber dado cuando andas de vago. Ya te dije que a dormir.
Lalo: No papá, no quiero ir a dormir solo, el muerto me asusta y me da mucho miedo, me dice que me va a llevar con él.
Papá Deja de estar con tus mentiras, ya dije que te vayas a dormir. Ves lo que pasa por dejarlo andar tanto rato en la calle.
Mamá Ahora resulta que yo tengo la culpa (mujeres como siempre repelando).
Mientras los padres discutían la razón de aquel comportamiento de su hijo este sollozaba de miedo en su habitación.
Lalo: Mis papás no me creen, pero yo de verdad he visto al muerto aquí en mi cuarto. Tengo miedo de que venga porque dice que me va a llevar con él, que me va a matar, para llevarme con él. ¡Noo papá! ¡Ahí viene el muerto!
La inocente criatura escuchaba dentro de su habitación justo debajo de su cama un sonido terrible que parecía proceder de unas cadenas que rozaban el suelo. Era como si un fantasma habitara bajo de su cama.
Papá Otra vez ese niño, pero ya verás, ahora sí que me va a obedecer.
Mamá Por favor, solo tranquilízalo, no le vayas a pegar o te golpeo yo.
Papá ¡Ya verás! (…) Caray, ya no se oye nada. ¿Se habrá quedado dormido? De cualquier manera voy a verlo, pobre de mi hijo, a su edad y con esas pesadillas.
Héctor se fue adentrando cada vez más para llegar a la habitación de su hijo hasta que sitió la presencia de un espectro fantasmal justo en la habitación del pequeño Lalo.
Papá Hijo, hijo, ¿Estás bien? Hijo, ¡Hijo! ¡Lalo! ¡Nooo!
Héctor cayó al suelo de rodillas pues descubrió una cruel y horrenda realidad, su hijo permanecía inmóvil colgado de una base del techo con su cuello rodeado por una cadena con los labios amoratados por asfixia, la piel blanca llena de sangre. Lalo estaba muerto. Los padres de Lalo dejaron la casa para olvidar esa pesadilla. Se dice que cada año el primero de noviembre a las doce de la noche muere cualquier persona que entre a esa casa y su alma será castigada a vagar eternamente.