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La llamada del diablo

Hace algunos años en una antigua residencia ubicada al norte de esta ciudad una chica de escasos 21 años llamada Lucía se quedó a cargo del cuidado de dos pequeños niños, Lucía jamás imaginó que al aceptar esta encomienda también aceptaba vivir la peor experiencia de su vida.

Mamá: Gracias por cuidarlos Lucía, te prometemos no tardar mucho.

Lucía: No se preocupe señora, lo hago con mucho gusto, váyanse tranquilos y diviértanse.

Mamá: Mira, junto al teléfono te dejo el número donde podrás localizarnos esta noche y te todas formas yo llamaré antes de las diez para darle las buenas noches a mis niños.

Norma de 10 años y Miguel de 7 eran los pequeños que aquella noche compartirían un espeluznante momento con Lucía.

Lucía: Hay estos niños son tan tranquilos que seguramente se van a dormir temprano y no tendré ningún problema durante toda la noche, así sirve y adelanto mis tareas.

Norma: ¡Lucía! ¡Lucía! ¡Sube por favor! ¡Ayúdame!

Lucía: ¿Qué pasa Norma? ¿Dónde estás?

Norma: En mi cuarto por favor, ¡ayúdame!

Arriba se encontraba la habitación de los niños y de los padres. Lucía subió apresuradamente las escaleras sin sospechar lo que iba a ocurrir en el primer descanso.

Niños: ¡Búuu!

Lucía: ¡Qué barbaros! Que susto me dieron. Ahora no les voy a contar la historia de miedo que les prometí para antes de ir a dormir.

Miguel: No Lucía no seas mala, cuéntanos la historia, ándale.

Norma: Perdón Lucía pero fue muy divertido.

Lucía: Héctor se fue adentrando cada vez más para entrar a la habitación de su hijo, hasta que sintió a sus espaldas la presencia de un espectro fantasmal. Después de esto escuchó un ruido de las pesadas y  oxidadas cadenas que se arrastraban por la casa, hasta que se desaparecían justo en la habitación del pequeño Lalo.

(Suena teléfono)

Norma: ¡Aaaahhh! ¡Jajaja! Lucía, ya pagamos lo que te hicimos.

Lucía: Bueno bueno ya cállense. Déjenme bajar a contestar que seguro es su mamá que llama para darles las buenas noches, que por cierto ya se había tardado eh.

Lucía bajó con rapidez las escaleras buscando el teléfono en la sala de la casa.

Lucía: ¿Bueno?... ¿Bueno? ¡¿Bueno?! ¿Quién habla?

Lucía…

Lucía: ¿Bueno? ¿Quién habla?

El miedo le envolvía cada vez más y la voz de ese personaje se hacía más aterradora.

Lucía: ¿Señora Marta? ¿Es usted?

Lucía, estoy aquí lucía.

Lucía: Ya deje de jugar o voy a llamar a la policía.

Norma: ¡Lucía! ¡Ayúdanos, por favor! ¡Aahhh!

Lucía: Y luego estos niños jugando con sus bromas, que se callen por favor.

Niños: ¡Aaahhhhrrggrgrgrg!

Quédate ahí quieta. En seguida bajaré por ti.

(tono de colgado) (estallido de vidrio) (sonidos guturales como de una bestia)

Cuando la mamá de los niños llegó, Lucía permanecía desangrándose en los escalones y con un tibio aliento pudo decir:

El diablo, el diablo, el diablo estuvo aquí.

Mamá: ¡No! ¡No, mis hijos no! ¡Nooo!

Nadie supo decir exactamente lo que había pasado, la pobre Lucía murió de miedo y enloquecida después de haber vivido años recluida en un hospital psiquiátrico. ¡Ah! Un consejo, si alguna vez se quedan solos en casa o ustedes que me leen están solos, asegúrense de cerrar bien todas las puertas y ventanas o el mal podría colarse através de ellas.

¡Enseguida bajaré por ti!

¿Y tú que harías si recibieras esa llamada?