22 de Diciembre de 1926
De: Centro Penitenciario Islas Marías
A: Hospicio Nuestra Señora del Dolor
Trascripción de la carta del reo #0654 al niño Maximiliano A.V.
“Mi querido hijo,
Sabe Dios que con esta carta no pido tu perdón, pues no lo merezco.
Has de saber que a tu madre la quise como nadie haya querido jamás.
Por ella deje atrás mi vida disoluta y pendenciera. Al ver aquellos ojos
verdes, supe que juntos crearíamos nuestro mundo de amor.
Ella me hizo bueno y al cabo de un tiempo, la dicha llegó con tu nacimiento.
Erais el orgullo de mi hogar, mi estímulo vital.
Trabajé con ahínco y cuanto más duras eran las peonadas mayor era mi tesón.
Pero aquella gélida noche de Reyes, que nunca olvidaré, regresaba a
casa entumecido y cansado. Para mi desesperación comprobé, que ella
me engañaba con mi amigo más fiel.
Una furia colosal fluyó de mi interior; cegado y ultrajado, sin compasión
los maté.
Aún recuerdo tu vocecita:
— Papá ¿Que son esos ruidos?
—Los Reyes Magos hijo mío, —contesté con las manos ensangrentadas— sigue durmiendo mi niño bueno...
Y ahí estaban tus zapatitos esperando unos regalos que no llegarían
jamás, mientras tu madre... yacía cadáver
Se que nunca saldré de este penal. Poca condena para tan vil asesino.
Quiero que sepas que os adoro y sufro vuestra ausencia, me desespero y
grito hasta que mi pena se pierde en los fríos espacios estelares.
Desearía volver a ti, junto a tu madre y fundirnos en un abrazo que traspasase
nuestras almas.
Hijo mío, pon tus zapatitos en la ventana, esta vez sí vendrán los
Reyes. Seguro que sí. Es Navidad, magia y amor.
Ahora debes olvidarme para siempre.
Tu Padre que te quiere”
Fin de la trascripción.
El reo adjunta donativo de 326 pesetas, mediante giro postal.
Por Jordi Armisén